Los casos de COVID-19 se han incrementado y desde hace varios días es evidente que nos encontrábamos en una quinta ola, la cual, al igual que la tercera y la cuarta, no provocará los cientos y miles de muertos de las dos primeras debido a que la mayoría estamos vacunados. Sin embargo, eso no quita que tanto el Estado como los propios ciudadanos tengamos que adoptar medidas a fin de evitar contagios.

Respecto a la labor que se tenga que hacer desde el Estado ante el incremento de casos, es preocupante que el sector Salud esté siendo manejado por gente cuestionada al haber sido, como parte de una vil repartija, puesto en manos de elementos dudosos que podrían agravar las cosas en la actual coyuntura sanitaria. No olvidemos que al frente del ente rector de las medidas contra la pandemia se encuentra la cerronista Kelly Portalatino.

Desde la salida de Hernando Cevallos del Ministerio de Salud, este ha sido entregado a Vladimir Cerrón, quien en un primer momento colocó como titular del sector a Hernán Condori, famoso por ofrecer pócimas mágicas como el “agua arracimada” y por tener como gran mérito el venir “de la chacra” tal como afirmó el presidente Pedro Castillo al tratar de defender a este indefendible que luego apareció nombrado en otra dependencia estatal, aunque por breve tiempo.

Luego vino otro quizá peor, Jorge López, a quien tuvieron que botar la misma noche en que la prensa, esa que tanto detesta el gobierno del profesor, destapó que este personaje había enviado a empleados del ministerio a un banco a hacer sospechosos depósitos en efectivo a la cuenta de la madre de sus hijos, que luego sirvió para la compra de un departamento que más tarde tuvo que ser incautado mientras duran las investigaciones.

Ahora está al frente la congresista Portalatino. No tendrá mayores brillos en la gestión de salud, pero sí es una escudera incansable de Cerrón, cuyo trabajo en Junín fue un fracaso. En manos de ellos está el bienestar de los peruanos en medio de esta quinta ola de contagios. Por eso, queda a los ciudadanos adoptar medidas a nivel personal y familiar, para no contagiarse y tener que recurrir a un sistema de salud politizado, tomado por los amigos de “Pinturita” y demás joyas.

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