Como ya las cifras de contagiados y fallecidos con COVID-19 han disminuido, el proceso de vacunación perdió el interés de la población. Además de la ciudadanía, gran parte de la responsabilidad la tiene el Ministerio de Salud, que ha ido de tumbo en tumbo por capricho político, tomado como un botín de campaña para cubrir puestos de trabajo.

Lamentablemente, el proceso de vacunación contra la pandemia se desinfló camino a la tercera dosis, en medio de los acelerados cambios de ministros. Hernando Cevallos, quien había dado la talla en la tarea de convencer a los peruanos de los beneficios de la ciencia, tuvo que dejar el cargo. Los sucesores no estuvieron a la altura de las circunstancias.

Viejas excusas, como el acusar al pasado de ser el responsable de un mal presente, daban cuenta de la falta de cuadros técnicos para asumir el puesto, pero se impuso el capricho. El Perú Libre de Vladimir Cerrón capturó Salud sin tener buenas propuestas, ni pensar en los ciudadanos: solo cobrar la factura de la campaña. Hasta esto último se entendería, mas no proponer a cualquier improvisado.

Esta indiferencia con la salud de las personas, sumada a la inoperancia de algunos gobiernos regionales, conlleva a que, por ejemplo, la no obligatoriedad de la mascarilla a partir del 1 de mayo no se pueda aplicar a la mayoría de regiones. Pasarán meses para que se llegue al 80% de población vacunada con la tercera dosis, lo que impediría un proceso igualitario. Ojalá venga un cambio.

TAGS RELACIONADOS