El expresidente Pedro Castillo ha vuelto a sufrir, como tantas otras veces, un nuevo revés judicial, esta vez en el Tribunal Constitucional (TC), que ha rechazado de plano un habeas corpus con el que la defensa del golpista buscaba dejar sin efecto la orden de prisión preventiva que pesa en su contra por los sucesos del 7 de diciembre de 2022, anular la investigación que se le sigue por ese caso en el Ministerio Público y también la designación de Dina Boluarte como su sucesora.

El documento emitido por el TC deja sin piso la alucinada historia narrada por los defensores del golpista, en el sentido de que su mensaje al país del mencionado día fue apenas un anuncio “político” o “simbólico”, sin mayor efecto práctico. Los magistrados han considerado que la aparición del mandatario en cadena televisiva anunciando el cierre del Congreso, la toma del sistema de justicia y la convocatoria a una asamblea constituyente fue “una orden trasmitida por un presidente de la Republica”.

Dice también que la vacancia de Castillo dispuesta por el Congreso, la cual ha sido cuestionada por los aliados del profesor por no alcanzar los 104 votos necesarios para tal fin, fue solo un acto declarativo de su preexistente cese como gobernante que se dio antes por el hecho de quebrar el orden constitucional. Así que la izquierda golpista y cómplice de las corruptelas ya conocidas, se ha quedado sin argumentos para seguir defendiendo a este aprendiz de dictador.

Con todo esto, va a ser muy difícil que Castillo salga bien librado de su proceso por haberse querido adueñar del país, asumiendo poderes que nadie le otorgó. Ojo que hasta ahora todo lo mencionado tiene que ver apenas con los sucesos del 7 de diciembre. Falta la sanción penal que le caiga por presuntamente ser el cabecilla de una red de saqueadores de Estado enquistada en la cúpula del Poder Ejecutivo, que se llevaba las coimas en efectivo dentro de bolsas y sobres, según han dicho varios colaboradores.

Lo mejor que podría hacer el expresidente es confesar sus delitos, delatar a sus cómplices y tratar de reducir las duras condenas que sin duda le van a aplicar por golpista y sinvergüenza. Todos los caminos legales se le han cerrado a pesar de los recursos presentados por sus abogados, que habría que ver quién les paga por perder el tiempo. Lo que vive Castillo hoy tras las rejas, debe servir de lección a todos aquellos que sueñen con patear la Constitución y el sistema legal.