El martes pasado, exactamente hace una semana, la congresista Susel Paredes sustentó en la comisión de Constitución del Congreso su proyecto de ley que propone el adelanto de elecciones generales. No tuvo apoyo. Si bien hay algunas voces más en el Parlamento que dicen estar de acuerdo con el adelanto de elecciones generales, el hecho es que la abrumadora mayoría de parlamentarios no está dispuesta a dejar su curul. En paralelo, tenemos la posibilidad de la vacancia, que se viene discutiendo hace más de un año y que evidentemente no cuenta con el apoyo de los suficientes parlamentarios como para ejecutarla. ¿En dónde nos deja esto, entonces?

Muchos peruanos estaban bajo la impresión de que Castillo no llegaría a ver el fin de su mandato en el 2026. Existía la noción generalizada de que el régimen de Castillo no duraría demasiado. Sin embargo, en setiembre de 2022, ninguna de las potenciales salidas para la crisis generada por el gobierno de Castillo parece plausible. Todo esto significa, en mis ojos, que el Legislativo y el Ejecutivo han llegado un acuerdo (así sea tácito) para que ambo poderes se mantengan en sus cargos. No hay ‘nos vamos todos’. Hay ‘nos quedamos todos’. Porque si hay algo en lo que el gobierno y el Congreso están de acuerdo, es el querer permanecer en el poder. Creo que a estas alturas es ingenuo pensar otra cosa. Todo parece indicar que seguiremos como estamos. Subsistiendo en la precariedad. ¿Quién sabe hasta cuándo?