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30 de junio de 2017. “Una vez más: no recibí dinero de Odebrecht ni de ninguna otra empresa pública o privada, brasilera, española, francesa o peruana. Jamás he aceptado o propiciado sobornos”.

11 de mayo de 2019. “Siempre supe de los aportes de empresas (Odebrecht y OAS) a la campaña del ‘No’ a la revocatoria. Tomamos la decisión José Miguel Castro y yo de procurar y aceptar los fondos de campaña”.

Cómo has cambiado, pelona, ¿verdad? Mejor dicho, cómo le habrá dolido a Susana Villarán ajustarse la chalina verde y empezar a cantar la verdad después de que, como vemos, tenía un speech bien aprendido para pasar la sinceridad por el peaje de la mentira.

Algunos vislumbran que la confesión de la exalcaldesa de Lima es parte de una estrategia para tratar de zafarse de los 36 meses de prisión preventiva que quiere aplicarle el Ministerio Público, pero lo cierto es que le esperan días difíciles -tanto o más que a Ollanta y Nadine- y quizá, efectivamente, bajo la sombra de algún penal.

Y, claro, el eventual ocaso de la “Tía Bacán” que era al inicio de su gestión y que posteriormente pasó a ser “Villaharagán” o “Lady Vaga”, en el entendido general de que el trabajo le daba alergia, también implica un garrotazo para la izquierda, que siempre le hizo emoticones de aprobación.

Conclusión: No solo hemos tenido mala mano para elegir a los últimos presidentes de la República, sino también a los alcaldes de Lima, porque no olvidemos que Luis Castañeda Lossio igual tiene que responder por contratos con las constructoras brasileñas. Y allí no puede quedarse “Mudo”.