La última encuesta nacional de hogares demuestra que, debido a la pandemia, el 30% de la población ha alcanzado niveles de pobreza en nuestro país, lo que significa un incremento de casi el 10%, afectando a alrededor de 10 millones de peruanos.

Ello nos tiene que llevar a una profunda reflexión, pero sobre todo a diseñar un plan de acción que permita revertir esta situación con una reactivación real, que incluya la creación de puestos de trabajo temporales; ampliación de programas sociales; y el apoyo a sectores muy afectados como el turismo y PYMES.

Para tal fin, se va a requerir destinar recursos públicos importantes, razón por la cual seguimos sin entender como el Produce estableció una cuota de pesca subestimada, lo que origina que más de S/ 500 millones se desperdicien en el mar. Ello, para que tenga Ud. una idea, hubiese permitido incorporar a más de 500 mil adultos mayores en el Programa Pensión 65 este año.

Por otro lado, esta situación va a requerir un plan de seguridad alimentaria, que garantice a las personas en situación de pobreza, cubrir su déficit calórico y así prevenir que, la anemia, una enfermedad silenciosa y perversa, nos siga arrebatando las capacidades de nuestros niños y niñas.

Creemos que tanto la pesca industrial como artesanal pueden ser aliados para hacer frente a esta realidad. Para ello, el sector pesquero industrial solo necesita políticas coherentes, y no como ha sucedido en el pasado, como cuando se limitó la cuota de jurel con el argumento absurdo que se llenan los mercados con pescado barato. Hoy necesitamos que el jurel, un producto altamente nutritivo, llegue a las mesas peruanas al precio más accesible.

Por su parte, la pesca artesanal, que ha sufrido un duro golpe a raíz de la pandemia, podría ser un aliado fundamental para atender las demandas de la población más necesitada y llevar sus productos a la sierra del país.

Tenemos problemas, sí; pero es cierto también que tenemos soluciones a la mano para cada uno de ellos. Solo se requiere voluntad y convicción.