Nadie estuvo preparado para lo que viene provocando en el mundo el COVID-19, ni la poderosa China, ni Estados Unidos con Trump a la cabeza. Las trágicas consecuencias de la pandemia nos revientan en la cara todos los días, crecen minuto a minuto.

Y así como a los más reconocidos especialistas en materia de salud, y a los que se creían los estadistas más eficientes del planeta, les tomó de sorpresa esta catástrofe provocada por el coronavirus, también a los periodistas y reporteros de televisión; que tampoco tenían un protocolo para cubrir una información sin precedente alguno.

No estábamos hablando de un hecho como cualquier otro. Nos enfrentábamos a un enemigo invisible que provoca muerte, pero que también ha desnudado carencias en salud, vivienda, educación y sobre todo ha reafirmado la pobreza en la que aún viven millones de peruanos.

Por eso, qué importante, en un oficio que tiene que ir en búsqueda de la noticia al momento, apelar al profesionalismo, a la empatía y al sentido común para lograr un resultado decente, acorde con lo que necesitamos en estos momentos en los que todos tenemos a la televisión como principal vehículo de información.

Lo decimos, porque en estos tiempos duros apareció de pronto la nueva categoría de reportero y reportera policía, aquellos que a punta de gritos recuerda al vendedor ambulante por qué sale a ganarse la vida si no se puede salir, o le recuerda en tono fuerte a la señora que no debe ir acompañada al mercado, que eso no está permitido. ¿No sería mejor preguntarle por qué lo hace?

Entendemos también que ir en búsqueda de la noticia en sectores muy necesitados es imprescindible para mostrar una realidad que algunos quizás no conocen, pero cómo se nota cuando se hace para armar el “show de la pobreza”, y cuando en verdad buscas generar ayuda con un trato solidario.

En esto último las palmas para Gunter Rave, que hace las preguntas necesarias, cuenta la historia y no se pone en el papel de papá fiscalizador. Y un consejo, en lugar de hacer recorridos inútiles cada vez que empieza la inamovilidad total para mostrar que no hay gente en la calle, ¿por qué no buscar historias de quien se queda trabajando para proteger a otros? Y aunque nos gane el tiempo y el “en vivo”, urge tratar de manejar datos actualizados, certeros. Muchos de quienes los ven se guían solo de ellos. Tiempo de pandemia, tiempo para aprender... todos.