Muchos creen que EE.UU. ha desamparado a Ucrania y aunque en la práctica así se ha visto, en verdad que la decisión del presidente Joe Biden de no intervenir militarmente, fue la mejor. En efecto, una reacción armada de EE.UU. y por supuesto de la OTAN, sería el desencadenamiento de una guerra de proporciones inimaginables que algunos llaman el inicio de la tercera guerra mundial y no exageran.

A su vez, una respuesta bélica rusa sería el inicio de una conflagración de proporciones inimaginables en un mundo dominado por los desarrollos sofisticados y por una tecnología militar de punta impresionante. Una guerra planetaria que nadie quiere por supuesto, sería demasiado en tan corto tiempo para la humanidad que sin salir todavía de la pandemia de la Covid-19 que ha remecido a la humanidad con casi 6 millones de muertos y más de 435 millones de contagiados en los dos últimos años, y con ella, un inminente conflicto amenazado por la peligrosísima sombra nuclear, que realmente pondría en riesgo a la propia existencia de la humanidad, es lo que debe ser evitado a cualquier precio y por eso Biden no debería ser del todo criticado.

No perdamos de vista que el poder militar de EE.UU. es muy superior al de Rusia y el presidente moscovita lo sabe de sobra, pero ya vemos que a Putin no le importa nada con tal de mostrar al mundo que es capaz de ejecutar lo que muchos no creían. Así, se ha creído hasta el final que no habría guerra y la guerra llegó porque las decisiones para que sea desencadenada superan a la lógica y a la racionalidad de los análisis pues todo queda en manos de los propios actores visibles cuyas decisiones humanas son de incalculables consecuencias y suelen están fuera del alcance de los demás.

El Pentágono creyó que la disuasión político-diplomática era la mejor estrategia para neutralizar Vladimir Putin y por eso el propio presidente demócrata ofreció conferencias de prensa al por mayor y hasta en los días previos a la invasión rusa de Ucrania, para advertir reiterada y sistemáticamente que, en caso Moscú se decidiera por una acción militar, las consecuencias serían inimaginables. Por decirlo ahora el costo político para Biden en el frente interno estadounidense será muy alto pero no más que los muertos que hubiera producido una intervención militar en Ucrania.

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