En mi columna “DE LA TENSIÓN Y LA DISUASIÓN A LA DISTENSIÓN” del pasado 7 de febrero, explicaba por qué razones creía que la situación de incertidumbre en Ucrania con movilizaciones militares que en total fácilmente superaron los 250 mil hombres, debía dar paso a otra de distensión. Una semana después conforme nos van llegando las noticias desde Europa del Este, por la ansiada paz del planeta los reportes nos refieren que el retiro de tropas anunciado por Moscú podría dar paso a un serio proceso de desescalada.

En realidad, esto último es lo más importante. Podría pasar que a Estados Unidos y a Rusia sus permanentes actitudes de disuasión se les pudiera haber ido de la mano, lo que sería lo mismo que desatar una guerra que nadie quiere y cuyo alto costo para Moscú y Washington, pero sobre todo para Ucrania y la humanidad, hubiera sido de profundas lamentaciones.

Lo que va a pasar es que Ucrania no entrará en la OTAN, calmando a Rusia, y que Vladimir Putin, con el dolor de su alma, deberá dejar en paz a Ucrania como hizo en 1962 Washington con Cuba, durante la crisis de los misiles una vez que pudieron asegurarse de que la entonces Unión Soviética decidió retirar sus misiles con destino a ser instalados en la isla caribeña que sería lo mismo que en las narices de EE.UU.

La distensión tampoco es que esté completamente asegurada, pero a juzgar por los últimos movimientos diplomáticos de Washington y de Moscú, principalmente, será lo que siga poco a poco. Lo que deberá quedar garantizado para los actores relevantes -EE.UU. y Rusia-, es que ninguno cruzará la línea de lo tolerable política y militarmente, porque podrían herirse con reacciones impensadas.

Todo lo que está pasando es un juego de poder mundial al que ninguno quiere renunciar porque cuidan la denominada área de influencia y eso es entendible. Aún no estamos en el mundo de la post pandemia y esa es una realidad que no puede ser ignorada. Joe Biden y Vladimir Putin deben estar pensando en la rentabilidad política pudieran ganar o perder con el asunto de Ucrania y tampoco es que estén dispuestos a dejar a ciegas sus destinos políticos merced a lo que se pueda producir con Kiev. Una posición abierta a desescalar la compleja situación en Ucrania es lo más prudente para los dos gobernantes y para sus países.

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