Llega a su fin el segundo año de la pandemia y con él llega también un ciclo de reflexiones. No han sido años buenos para el Perú -de más está decirlo- pero ¿qué podemos esperar para el país en el 2022? ¿Más de lo mismo? Si no exigimos cambios urgentes, sí. En el ámbito político podemos esperar que la inestabilidad a la que ya nos estamos acostumbrando continúe.

Sin embargo, hay algunas cosas en particular por las que los peruanos tenemos que velar en el 2022 si es que no queremos más balances negativos.

Primero: debemos velar por un Estado que promueva la inversión privada en lugar de ponerle trabas. Un Estado que -a falta de proveer servicios públicos de calidad- al menos genere condiciones favorables para la creación de riqueza. Suena fácil, pero este gobierno no ha logrado sentar buenos precedentes en los 5 meses que lleva en el poder. Roguemos que esto cambie en el 2022.

Segundo: debemos luchar por la transparencia en las instituciones del Estado. Castillo y su entorno se han visto enredados en demasiados escándalos de corrupción. Lo peor que podría pasar es que nos acostumbremos a eso. Necesitamos instituciones transparentes lideradas por personas probas y con las capacidades que corresponden. Nos toca dejar de ser tan tolerantes con el ‘amiguismo’ en el Estado. Mientras las personas indicadas no estén a cargo, las políticas públicas implementadas en favor de los peruanos no serán las más oportunas.

Tercero: debemos procurar que el Estado lleve a cabo sus tareas más básicas. El retorno a clases de nuestros niños y la capacidad del sistema sanitario para manejar nuevas variantes del coronavirus serán determinantes para emprender un rumbo hacia un mejor futuro.

Si tenemos éxito en conquistar estos retos, entonces quizás el Perú pueda prosperar a pesar de su presidente. Intentemos que así sea.