Primer aniversario de la guerra global. Qué observar y aprender. Primero, niveles de hegemonías y disputas en torno a las aspiraciones por consolidar o cambiar el orden mundial. Políticas de alianzas. Acción y presión tanto sobre estados soberanos, como a conglomerados y agentes en la producción industrial o tecnológica, al libre comercio retrayendo lo global a regional, e intervención en mercados financieros. Segundo, empleo de la violencia políticamente organizada (Bouthoul “la guerra no se va”). En campo de operaciones trascendente capacitar militares, presencia de agencias “privadas”; ventajas de sistemas y fuerzas para la acción defensiva; ¿drones u otros?, sí; también artillería y blindados, ¡tanques!; con doctrinas dispares para usar el poder aéreo.

Todo lo que podamos evaluar al respecto, además con la pretensión de tener utilidad para nosotros, debe tener como arista de análisis el contexto estratégico en el cual se emplean las diversas capacidades de los actores involucrados (Freedman), que en Sudamérica las más de la veces implica a los actores no estatales (terroristas, fuerzas ilegales, etc.). Lo anotado nos lleva a pensar al poder militar, que no es sólo lo que poseen las FF.AA, en relación directa a la dimensión de compromisos asignados (Till).

Cerramos: entre los grandes instrumentos que posee la política está el poder militar. Para lograr los objetivos concurrentes a la defensa nacional y así poder contribuir en dotar a nuestra sociedad de seguridad, se necesita de gestores formados en universidades y escuelas militares; altamente profesionalizados y capacitados permanentemente. Entonces, es necesario que las instituciones educativas den el soporte para contar con los adecuados recursos humanos; que los ciudadanos, a través de votar, otorguemos confianza a una organización política e integrantes que estén a la altura ejercer como líderes de nuestra defensa nacional y bien común.