Un sujeto sin escrúpulos como Nicolás Maduro que sabe que puede acabar preso de por vida por ladrón y asesino en caso sea obligado a dejar el poder, está dispuesto a cualquier locura, por lo que la comunidad internacional tiene que estar muy atenta a lo que pretenda hacer este sujeto en la vecina Guyana, específicamente en la zona rica en petróleo del Esequibo, territorio que el tirano venezolano reclama para su país, y que su gobierno retorcido ya considera como un estado más simplemente porque se le ocurrió.

Incluso la Organización de Estados Americanos (OEA), por más inútil que sea frente a la eterna tiranía chavista, ha expresado su rechazo a los esfuerzos que hace Caracas por adueñarse de gran parte del territorio del país vecino que fue una colonia británica hasta 1966, todo esto en medio de un proceso electoral que ha resultado una farsa al haberse dejado fuera de la posibilidad de postular a María Corina Machado, de momento la única que podía derrotar en las urnas al dictador que prácticamente ha quedado solo en la carrera electoral.

Si en medio del proceso electoral la presión internacional o el descontento interno hacen peligrar la continuidad de la tiranía, Maduro y su camarilla podrían cometer la locura como invadir el vecino país y desatar un conflicto bélico. No sería la primera vez. En 1982 la dictadura argentina, cuando se le movía el piso por los crímenes cometidos y su impopularidad, decidió invadir sus islas Malvinas bajo dominio británico, a fin de congregar a los ciudadanos alrededor de un régimen que duró apenas unos meses más.

Que el asunto del Esequibo sea movido por Venezuela en medio de una coyuntura electoral, no es casualidad. Si de “suelo patrio” se trata, hasta los opositores tendrían que ponerse del lado del gobierno por más impresentable que sea, para no ser tildados de traidores. Eso es como miel para los labios de quienes buscan mantenerse en el poder como es el caso de Maduro, quien con esta farsa de proceso electoral que ha sido criticado hasta por su aliado político Lula da Silva, busca quedarse en el Palacio de Miraflores hasta el 2031.

Sería inaceptable tener un conflicto bélico en la región, y menos aún si es creado por un dictador que no podría salvarse de la cárcel en caso sea echado del poder por los ciudadanos de su país que viven en la miseria y la falta de libertades, y que si tienen suerte logran migrar a otros países a vivir en condiciones precarias y quizá de la caridad en cada esquina. Si las posibilidades que tiene Maduro de “ganar” estas “elecciones” se ven complicadas, el ruido de sables podría estar a la vuelta de la esquina en Sudamérica.