Ayer, la presidenta Dina Boluarte y varios integrantes del Consejo se Ministros llegaron a las zonas de emergencia para repartir ayuda humanitaria y asegurar que los gobiernos subnacionales afectados por las lluvias van a recibir la ayuda para sobrellevar la crisis causada por este fenómeno climático.

Este mensaje es lo mínimo que Boluarte pudo haber dicho a los miles de peruanos que perdieron sus viviendas, pero causa sorpresa que reconociera que su gestión sabía, desde hace varias semanas, que esta catástrofe ocurriría y que el gobierno, en todos sus niveles, carecía de la capacidad para enfrentarla.

“Advertimos, hace varias semanas, que este fenómeno natural iba a afectar al norte del país pues el gobernador y los alcaldes no tenían cómo afrontar de manera inmediata y el Estado, hay que decir la verdad, tampoco porque no tenemos maquinarias (...) no tenemos cómo afrontar estas lluvias porque se abandonó realmente al Estado”, señaló.

Otra vez estamos frente a una política reactiva e indolente y, si nada cambia, en unos años, volveremos a lamentar las pérdidas de vidas, tierras, y propiedades debido a un fenómeno similar.

Al cierre de este editorial, según el último reporte del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), las lluvias habían dejado 57 fallecidos, ocho desaparecidos, 8222 damnificados así como más de 23 mil afectados y esto no parece importarle a nadie.

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