Las largas que el candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, viene dando a su participación en los debates electorales que intenta organizar el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) con la postulante de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, son una falta del respeto al electorado y a toda la ciudadanía.

No importa si se está a favor o en contra de una u otra candidatura, la ciudadanía tiene el derecho de conocer las propuestas de las personas que pretenden dirigir el destino del Perú, y de los peruanos, durante los próximos cinco años y los debates sirven precisamente para eso: para que el elector termine de enterarse de las posiciones políticas y decantarse por alguna de las organizaciones que participa en el balotaje.

Otra falta de respeto a la ciudadanía es que, a 28 días del proceso electoral, el candidato Castillo siga guardando silencio en torno al equipo técnico que lo acompaña. También lo es la estrategia de victimización que intenta aplicar para seguir jugando al escondite de los cuadros en los que se apoya.

El país necesita certidumbre y que uno de los postulantes en la segunda vuelta presidencial se niegue a revelar con qué profesionales trabajará en caso logre ganar la elección no ayuda a este fin.

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