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Los héroes hay que dejarlos para el cine, para las películas de Marvel, hoy tan de moda. Los hombres y mujeres que llevan el caso “Lava Jato” desde la Fiscalía, y que deben arbitrarlo desde los distintos juzgados respectivos, son de carne y hueso, pueden equivocarse. De hecho a veces se equivocan, no son héroes, pero están trabajando.

Distintas voces se han escuchado en los últimos meses, tildando a los magistrados de muchas cosas, desde comunistas hasta caviares, desde fiscalillos hasta terrucos. Desde el Congreso también se les ha fustigado, y desde el Congreso también han calificado a los agentes de la Diviac de “policía política” que lleva a los detenidos e investigados a las mazmorras, entre catres viejos y paredes malolientes.

Pero lo cierto es que más allá de los agoreros, y de los epítetos de los interesados, el equipo de fiscales de “Lava Jato” ha actuado de igual modo contra los políticos implicados de todos los colores.

Es verdad que quizás el uso de la prisión preventiva puede ser debatido. Y es cierto que alguna vez José Domingo Pérez o Richard Concepción Carhuancho pudieron haber cometido algún exceso de entusiasmo, pudieron haber tenido un ímpetu desmedido. Sin embargo, está claro que hay una vocación por llevar hasta las últimas consecuencias todos estos casos de corrupción ocurridos durante los últimos quince años. Eso se nota por las evidencias.

Ayer se dictaron 18 meses de prisión preventiva contra Susana Villarán, la exalcaldesa de Lima investigada por recibir $10 millones de Odebrecht y OAS para la campaña contra la revocatoria. Es la última de una retahíla de políticos envueltos en la trama de corrupción de “Lava Jato”, en la que ha habido un expresidente preso, otro prófugo y hasta uno que prefirió suicidarse a ser detenido. No hay izquierdas ni derechas aquí. Es una guerra contra la impunidad, esa que tanto ha cundido en nuestro país.