En plena audiencia judicial por el crimen del periodista Hugo Bustíos, la abogada del candidato presidencial Daniel Urresti, Vanessa Alfaro, renunció a seguir defendiéndolo. Este desenlace ocurrió debido a la denuncia sobre el intento de compra de un testigo que presuntamente iba a favorecer al líder de Podemos Perú.

Visiblemente desconcertado, el actual congresista se mostró disconforme con la renuncia de la profesional y añadió: “Es una campaña en mi contra que ha logrado ponerme en indefensión, es una campaña liderada por los poderes económicos”.

Urresti, quien se esfuerza en dejar en claro que es el único diferente a los políticos tradicionales y que es implacable contra la corrupción, ha sufrido un duro revés. No solo porque el retiro de su abogada es una señal de desconfianza al accionar de su defendido en este proceso, sino fundamentalmente porque esta situación puede configurar el delito de obstrucción a la justicia.

Es evidente que todo esto afecta la imagen del postulante a la presidencia de la República, quien sigue respondiendo con quejas y culpando a otros cuando debe plantar cara con argumentos convincentes y creíbles. El show sobra cuando lo que necesita es un enfoque serio en la tarea de demostrar que está al margen de todas las acusaciones.