Las apreciaciones del ministro de Justicia y Derechos Humanos sobre la prensa opositora, distingue dos maneras para ejercer el periodismo: una en modo oficialista y otra de férrea oposición. Los primeros informan sobre las actividades del Ejecutivo mediante entrevistas protocolares y cobertura en directo, los segundos preparan emboscadas para tergiversar sus actos, palabras y desvirtuarlo ante la opinión pública. En resumen, la prensa oficialista merece ser atendida por el gobierno, en cambio la opositora no.

Si bien es cierto que existen medios de comunicación más o menos cercanos al oficialismo en el ámbito internacional, por ejemplo, si comparamos la CNN (más demócrata) y Fox News (cercana a los republicanos) en la política estadounidense, la prensa como institución que distingue al Estado democrático es una sola y la libertad de información que ejerce y cultiva tiene como contenido la veracidad de sus noticias e investigaciones. La Constitución no ampara las fake news.

La prensa debe ser atendida por el gobierno sin mostrar preferencia por algún medio o empresa de comunicación en particular, así como tampoco negarse para acudir a una entrevista radial o televisiva realizada por un agudo periodista; precisamente, porque los miembros que componen el gabinete son servidores públicos y deben mostrarse dispuestos a contestar las interrogantes y cuestionamientos de todo tipo que reciba su gestión.

Por otro lado, los periodistas deben formular las preguntas necesarias para llegar a la verdad de los hechos. De lo que se trata es que cualquier autoridad o funcionario se ponga disposición de la interpelación pública a través de uno o varios periodistas y que los ciudadanos saquen sus propias conclusiones. Cualquier actitud agresiva, posición distante o trato desigual a los medios de comunicación es una forma de veto ministerial a la prensa en su conjunto.