En estos días, conmemoramos la victoria del Cenepa, en 1995. Después de aquel conflicto con el Ecuador, se fijó la frontera que siempre había reconocido el Perú: la que se dio en el Protocolo de Río de Janeiro en 1942. Después del episodio del Cenepa, nunca más hubo disputas.

El Perú impuso sus condiciones y por eso decimos que no fue en vano la inmolación de nuestros bravos soldados como el teniente William Guzmán y su mítica patrulla “Roosevelt”; el mayor Luis García Rojas y su tripulación; Marko Jara Schenone, en Base Sur; el técnico “Llacsa”, Wilson Cisneros; y nuestros bravos pilotos de la Fuerza Aérea del Perú. Soldados, suboficiales, técnicos y oficiales dejamos todo en el Cenepa, por nuestra soberanía e integridad.

La misión que recibimos fue la de “expulsar al enemigo y restablecer la línea de frontera”, y así cumplimos y así vencimos, pese a que realizamos una acción ofensiva en contrapendiente a una posición defensiva reforzada por el invasor. Alcanzamos la posición y los expulsamos, conquistando los puntos uno a uno que habían sido invadidos en Cueva de los Tayos, Falso Base Sur, Montañita y Falso Tiwinza. Las operaciones terminaron el 22 de febrero en el combate del Maizal, recordado como el “Miércoles negro”. Léanlo.

Honor y gloria a nuestros soldados, a nuestros pilotos, a nuestras Fuerzas Especiales, a los yachis; a todos los patriotas que apoyaron las operaciones y que con su aliento también formaban una trinchera de combate.

Muchas veces el odio o la ignorancia dicen que Tiwinza se cedió en soberanía. Nada más falso, Nada más absurdo. Tiwinza se cedió en propiedad privada al Ecuador para que den sepultura a sus muertos del “Miércoles negro”. Fue un gesto del gobierno y no una imposición de ningún tipo. Se mantuvo la línea de frontera que habíamos defendido siempre y que ganamos a sangre y fuego en combate, en el propio campo de batalla.

Decir que los conflictos se ganan por derribar seis aeronaves más que el contendor, llevaría a cambiar la historia mundial, ya que entonces los aliados habrían perdido la II Guerra Mundial.

La lección que nos deja el Cenepa es que unidos podemos todo. Las disputas entre peruanos no conducen a nada, solo a más retraso y a más violencia. Los extremismos nos llevan al despeñadero.