En el Perú, las campañas electorales son todo, menos soporíferas. Y es que los candidatos, por más acartonados que sean, irremediablemente entran a la joda como artificio de marketing y el ridículo se convierte en un modus operandi para atraer al voto renuente o intentar la portada de algún periódico.

A veces aparecen chistosos que tiran el huevo podrido y esconden la mano, como le pasó hace unos días a César Acuña en Huanta. Y tampoco faltan las señoronas hacendosas que se lanzan tras una olímpica “pesada”, pero con un histrionismo tan artificial que se dibuja como un globo de ensayo. PPK sabe de estos avatares, que no necesariamente lo dejaron bien parado en la elección pasada.

También hay frases que matan y que no se van fácilmente del background colectivo precisamente por su cuota de hilaridad. “Métanse la alcaldía al poto”, alegó Lourdes Flores en plena justa municipal y el fracaso -para beneplácito de Susana Villarán- le cayó encima, tanto así que hoy busca la primera vicepresidencia de la República en la plancha de Alan García.

Hace poquito escuchamos a Keiko apurar la exclamación “¡Ven, Kaori, hijita, ven!” para despistar a Nicolás Lúcar, que preguntaba si de llegar a Palacio de Gobierno indultaría a su padre, preso en la Diroes. Punto final. Los que no se hicieron de la vista gorda fueron los inquilinos de las redes sociales, que tomaron la expresión de la lideresa naranja para armar numerosos memes y alimentar la carcajada.

Y si de canciones, cuñas o jingles de campañas políticas se trata, desde “El baile del Chino” -que entronizó a Alberto Fujimori- hasta nuestros días, mucho chongo ha corrido bajo los escenarios y estrados. Así, vemos a un postulante mandando al carajo a sus contrincantes y a los otros tratando de reguetonear, perrear o bailar “el totó”, pese a carecer de la cintura necesaria.

Insistimos: las jornadas por el voto en nuestro país tienen matices irrepetibles en otras partes del mundo. Por ejemplo, ni Donald Trump puede superar una versión tan funambulesca de candidato como Daniel Urresti, el elegido de Nadine Heredia. Y así por el estilo.