La semana que termina la cobertura informativa sobre la epidemia mundial del Coronavirus dejó en segundo plano dos noticias relacionadas a importantes figuras de la industria del entretenimiento. El influyente productor de Hollywood Harvey Weinstein, de 67 años, fue declarado culpable de dos de los cinco cargos que le imputaba la Fiscalía: uno de acto sexual criminal en primer grado y otro de violación en tercer grado. Ambos delitos en contra de mujeres relacionadas al mundo del cine. A los pocos días, el Sindicato de ópera de Estados Unidos (AGMA), tras meses de investigación, informó mediante un comunicado que: “El señor Plácido Domingo tuvo, de hecho, actividad inapropiada que va desde coqueteos hasta insinuaciones sexuales dentro y fuera del lugar de trabajo”. El tenor inmediatamente admitió su culpa y concluyó que nunca tuvo intenciones de “lastimar u ofender a nadie”. Pero a los pocos días se rectificó y cambió su primera versión. “Sé lo que no he hecho y lo negaré nuevamente. Nunca me he comportado agresivamente con nadie, y jamás he hecho nada para obstruir o perjudicar la carrera de nadie”, aseveró. Y mientras en el mundo todos los que alguna vez han cometido violencia o acoso contra la mujer en el show bussines, o son castigados o admiten su culpa, por estos lares, nuestra televisión, por ejemplo, sigue reafirmando los estereotipos que contribuyen a la violencia, al acoso que derivan finalmente en feminicidios. Y no exageramos. No han escuchado a las parejas de mujeres asesinadas, cuando les preguntan la razón de su delito, afirmar: “porque salía con otro”, “porque no quería volver conmigo”. En pocas palabras “ella es mi propiedad” y no puede tener decisión propia. El mismo mensaje que dio un ampay del programa “Magaly TV, la firme”, con la suboficial de policía Jossmery Toledo, una mujer que tiene el derecho de vivir su sexualidad y no ser insultada y descalificada en las redes por ello, mientras que su pareja “campeonó” como dijo su propio padre, que más machista no pudo ser. Una cosa es diversión, reírse del zapato blanco de Yahaira o cuestionar la manga gástrica del salsero Josimar, otra que bajo el pretexto de la primicia, se difunda una situación tan personal, que termina echando por los suelos todo lo que se avanza a favor de desterrar ese terrible concepto de que para el hombre todo, para la mujer nada. A reflexionar.

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