Mientras escribo estas líneas no tenemos un gabinete ministerial. Es posible que cuando ustedes las lean, ya se haya conformado uno. Sin embargo, el problema más grave que se ha terminado de exponer durante la última semana seguirá latente. Ese problema es Pedro Castillo, y, francamente, es muy difícil pensar que un nuevo gabinete pueda salvarlo de sí mismo. ¿Por qué? Pues porque finalmente, los peruanos estamos en la misma página. Quienes todavía creían en Castillo (los de la ‘izquierda moderada’) hoy ya no lo hacen. Todo el Perú hoy ve a Castillo como lo que es: un hombre que no puede gobernar.

Las soluciones que se han puesto sobre la mesa son poco esperanzadoras. Hay quienes piden que Castillo renuncie. No va a renunciar. Hay quienes piden vacancia. Por ahora, no hay los votos para una vacancia.

Lamentablemente, el panorama en el corto plazo es desalentador. Este gobierno todavía va a resistir.

Sí, el Perú ha abierto los ojos y se ha dado cuenta, finalmente, de que Castillo no tiene las capacidades para gobernar. Pero eso, en el corto plazo, no significa nada. En el mediano plazo quizás las cosas puedan cambiar. Todo este caos tiene que hervir un poco más para pensar en un escenario en el que Castillo pueda dejar el cargo. Y si pensamos en el país, eso es una tragedia. Porque cada día que Castillo ha estado en el poder, y cada día que se mantiene en el poder, sin saber qué hacer, sin trabajar por los objetivos adecuados, es un día perdido para el Perú.

Espero que un día -ojalá no tan distante- podamos tener un gobierno en donde no reine el caos, el drama y el ruido político. Ojalá podamos tener un gobierno cuyo foco esté en trabajar por los peruanos. Es lo mínimo que merecemos.