Atender a un familiar enfermo, a un adulto mayor o a una persona con discapacidad puede ser un acto de amor profundo, pero también una fuente silenciosa de agotamiento físico, mental y emocional. En el marco del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, expertos recuerdan que el autocuidado de los cuidadores también debe ser una prioridad.
“Los cuidadores suelen poner las necesidades de otros por delante de las suyas, sin notar que el desgaste acumulado puede poner en riesgo su salud y la calidad de los cuidados que ofrecen”, advierte María Elena Escuza, psicóloga y directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Norbert Wiener.
Señales de alerta en cuidadores
El desgaste puede manifestarse de múltiples formas:
- Físicas: fatiga crónica, dolores musculares, insomnio, inmunidad baja.
- Emocionales: ansiedad, tristeza, irritabilidad, sentimiento de culpa por priorizarse.
- Conductuales: aislamiento, descuido personal, cambios en el apetito o uso de sustancias.
Ante esta realidad, Escuza enfatiza que el autocuidado no es un lujo, sino una necesidad vital para quienes ejercen la labor de cuidado.
Recomendaciones para cuidadores: cuerpo, mente y organización
Para la mente:
- Practicar técnicas de relajación: meditación, respiración profunda o yoga.
- Reservar tiempo personal: aunque sea breve, hacer actividades placenteras.
- Escribir un diario: ayuda a canalizar emociones y pensamientos.
Para el cuerpo:
- Dormir entre 7-9 horas diarias y mantener una rutina de descanso.
- Alimentarse bien y mantenerse hidratado.
- Caminar o hacer actividad física leve diariamente.
- Asistir a chequeos médicos regulares.
En lo práctico:
- Establecer rutinas claras para evitar el caos.
- Delegar tareas a familiares o redes de apoyo.
- Aprender a decir “no” para no sobrecargarse.
“Un cuidador es un pilar emocional, físico y social para quien depende de él. Por eso, cuidarse a sí mismo es un acto de responsabilidad, no de egoísmo”, señala Escuza.