Las personas que se ejercitan de manera regular y planificada no solo reducen el riesgo de enfermedades potencialmente mortales, como cardiopatías o diabetes, sino que también previenen enfermedades crónicas que afectan su calidad de vida, como la obesidad o problemas articulares.
Las personas que se ejercitan de manera regular y planificada no solo reducen el riesgo de enfermedades potencialmente mortales, como cardiopatías o diabetes, sino que también previenen enfermedades crónicas que afectan su calidad de vida, como la obesidad o problemas articulares.

Solo el 39% de los peruanos realiza ejercicio de manera regular, una cifra que se encuentra por debajo del promedio sudamericano y lejos del 60% recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La actividad física diaria no solo reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, sino que también fortalece el sistema inmunológico y disminuye la probabilidad de desarrollar diabetes Tipo 2. Además, impacta positivamente en la salud mental, reduciendo el estrés y mejorando el estado de ánimo.

Por ello, Giancarlo Becerra, director de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), destaca que el ejercicio es una herramienta poderosa para el bienestar integral. “No solo mejora la salud física, sino que también regula las emociones y aumenta la energía diaria. La liberación de endorfinas y serotonina durante la actividad física ayuda a reducir la ansiedad y la depresión, mientras que la disminución del cortisol contribuye a un mejor manejo del estrés”, explica.

En ese contexto, Becerra presenta cinco recomendaciones clave para incorporar el ejercicio en la rutina diaria y potenciar el bienestar físico y mental:

  1. Priorizar el movimiento en la rutina diaria: caminar más, usar las escaleras y realizar pausas activas de entre 5 a 10 minutos cada dos horas beneficiará a la circulación del cuerpo y evitará los días sedentarios. Estas acciones ayudan a mantener un estilo de vida activo sin necesidad de grandes cambios.
  2. Optar por entrenamientos cortos y efectivos: realizar sesiones de 15 a 20 minutos de alta intensidad (HIIT) o ejercicios funcionales. Estas rutinas pueden generar un impacto significativo en la salud sin requerir demasiado tiempo. En caso de tener una agenda excesivamente ocupada, es recomendable agendar estos espacios cortos de entrenamiento, para buscar su cumplimiento y correcta ejecución.
  3. Practicar ejercicios de fortalecimiento muscular: incorporar dos sesiones semanales de fuerza pueden mejorar la densidad ósea, la postura y la independencia funcional a largo plazo. Pero también, estas actividades ayudan a retrasar el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o Parkinson. Los ejercicios pueden ser levantamiento de peso muerto, calistenia, planchas, etc.
  4. Generar disfrute con la actividad física: resulta indispensable que cada persona encuentre su rutina de ejercicio, deporte o movimiento que le genere los beneficios que busca y, a la par, se entretenga. Por ejemplo, muchas personas optan por ejercicios de fuerza, otros por deportes como natación o ciclismo. Estas actividades no solo mejoran la condición física, sino que también incrementan la motivación y el compromiso con el ejercicio.
  5. Buscar acompañamiento profesional: contar con la guía de un especialista en actividad física para establecer objetivos realistas y adecuados a cada necesidad. Esto permite evitar lesiones y asegurar progresos sostenibles en el tiempo, asegurando la percepción de los beneficios del ejercicio en menos de tiempo.

“Más allá de los beneficios físicos, ejercitarse es una inversión en calidad de vida. Quienes incorporan el movimiento en su día a día tienen más energía, mayor claridad mental y mejor disposición para afrontar los desafíos cotidianos. Es momento de priorizar la actividad física como un pilar fundamental del bienestar”, concluye Becerra.