¿Sientes que no mereces tus logros pese a tu esfuerzo? Podrías estar enfrentando el síndrome del impostor, un fenómeno psicológico que afecta de forma silenciosa a miles de profesionales en el país, limitando su bienestar y crecimiento en entornos laborales cada vez más exigentes.
Según el Ministerio de Salud, durante 2024 se atendieron 1 315 976 casos de trastornos de salud mental en el Perú, muchos de ellos relacionados con la autopercepción distorsionada de capacidades y el estrés laboral extremo. Este escenario resalta la importancia de visibilizar estos problemas y abordarlos sin estigmas.
“El síndrome del impostor ocurre cuando, a pesar de los logros, la persona duda de su capacidad, atribuye su éxito a factores externos y vive con temor de ser descubierta como un fraude. Genera inseguridad y decisiones que frenan el desarrollo profesional, como evitar ascensos o no negociar mejoras salariales”, explica Maite Moreno, Directora del Máster en Recursos Humanos de EAE Business School.
Aunque puede afectar a cualquier persona, es más frecuente en mujeres líderes en sectores con baja representación femenina y en millennials que enfrentan constantes comparaciones en redes sociales, precisa Moreno.
Señales de alerta del síndrome del impostor:
- Dificultad para aceptar elogios
- Creencia de que el éxito es inmerecido
- Miedo al error como prueba de incompetencia
- Metas inalcanzables que perpetúan la frustración
“El mayor peligro es que la autoexigencia extrema se disfraza de compromiso o perfeccionismo”, advierte Moreno, quien comparte consejos prácticos para superar este trastorno silencioso:
- Haz un inventario de logros: anota proyectos exitosos, reconocimientos y comentarios positivos. Léelo cuando surjan dudas.
- Acepta elogios con gratitud: reemplaza frases como “tuve suerte” por un simple “gracias”.
- Reformula tu diálogo interno: cuestiona pensamientos negativos con evidencia real de tus capacidades.
- Pon límites al perfeccionismo: aprende a definir metas realistas.
- Busca apoyo emocional y profesional: conversar con mentores o un terapeuta ayuda a clarificar perspectivas.
El entorno laboral también influye en el síndrome del impostor. Organizaciones con líderes que ofrecen retroalimentación clara, validan los logros y normalizan el error como parte del aprendizaje fomentan entornos donde se trabaja con confianza y no con miedo.
“Implementar programas de mentoría, evaluar el clima psicosocial y construir culturas organizacionales basadas en el aprendizaje continuo son estrategias efectivas para prevenir este fenómeno y promover la salud mental en los equipos de trabajo”, concluye Moreno.
En un contexto donde el bienestar emocional es clave para el desarrollo profesional, reconocer y superar el síndrome del impostor es un paso necesario para liberar el potencial personal y profesional, y construir entornos laborales más sanos y productivos.