“EL 75% de los nuevos virus surgen de los animales, debido a esa forma que hemos tenido cada vez más de destruir los hábitats naturales canjeando civilización por naturaleza”
“EL 75% de los nuevos virus surgen de los animales, debido a esa forma que hemos tenido cada vez más de destruir los hábitats naturales canjeando civilización por naturaleza”

El 2010, Manuel Altieri y Víctor Manuel Toledo escribieron “La revolución ecológica en América Latina”, desde donde prefiguraron no sólo las consecuencias de la pérdida de la soberanía alimentaria en Latinoamérica, el desmoronamiento de los ecosistemas y la desaparición gradual de la biodiversidad, sino lo que algunos pensadores ensayan como las condiciones propicias que generaron la última gran pandemia, su propagación y en estos momentos, la reflexión que esperemos nos dejen lecciones aprendidas. El escritor y periodista indo-estadounidense, especializado en temas de relaciones internacionales Fareed Zakaria describe un mundo que opera siempre a toda máquina: abierto, rápido y por ello, inestable. Afirma además que el hecho que vivamos más tiempo, produzcamos más, consumamos más, usemos más energía, generemos más desperdicios y emitamos más gases de efecto invernadero; produjeron tensiones y desequilibrios. Según expertos de la ONU el 2019 ya afirmaban que “… la naturaleza está decayendo a un ritmo sin precedentes en la historia humana”. Nuestro modo de vivir, advierte Zakaria, es una invitación a que los virus animales infecten a los humanos. El 75% de los nuevos virus surgen de los animales, gracias a esa forma que hemos tenido cada vez más de destruir los hábitats naturales. Canjeando “civilización por naturaleza” despejando terrenos, construyendo carreteras y excavando minas se han incrementado las posibilidades de que los animales nos contagien enfermedades.

Por su parte, el filósofo francés Egdar Morin advierte que la pandemia reveló un mínimo de autonomía alimentaria, dado el desplazamiento de los policultivos por los monocultivos destinados a la exportación; instalaron un modelo globalizado que -nos insta- debe de cambiar de vía, ya que este mismo configuró un modo de abastecimiento alimentario que alentó una fácil propagación virus, desde la lógica de una agricultura industrial masiva, especialmente por la también ganadería industrializada -en ambos casos sostenida por monocultivos y pocas razas únicas-  que eliminó los frenos naturales para los virus.

CAMBIO. La revolución ecológica que se anunció hace una década, además de preceder lo vivido en los últimos dos años, cobra gran vigencia desde los principios básicos de la agroecología. Donde la sinergia, el reciclaje y la integración promueven sobre todo la participación de la comunidad y el diálogo de saberes tradicionales en la base del diseño de estrategias que resuelvan problemas actuales. Y lo actual es la pospandemia, un momento que podría ser crucial para la pequeña agricultura, el patrimonio alimentario regional y el paisaje cultural. Gracias a un nuevo perfil del consumidor, se estrena mirada hacia la alimentación saludable, el cuidado con el medio y la inclusión justa de la pequeña agricultura y la pesca artesanal. Esto por el  lado de la demanda. Y desde la oferta, el reto y la oportunidad de escalar esa revolución agroecológica descrita en varios casos latinoamericanos desde México, Colombia, Chile, Bolivia y Perú, donde no sólo se aborda la soberanía alimentaria, sino además la soberanía tecnológica y energética, con actores más sensibilizados a entender la necesidad de un cambio de vía que, como bien apuntan los autores, para lograrlo es vital que los movimientos sociales del medio rural junto a la academia y políticas públicas, internalicen que el desmantelamiento de la matriz de una agricultura industrial debe de ir acompañada de no sólo la restauración de sistemas alimentarios locales, sino de lo que bien apunta Morin “(una) globalización que debe, más que nunca, regularse y controlarse mediante una globalización alternativa y debe ir acompañada de desglobalizaciones en materia alimentaria y de salud… para salvar comarcas, los territorios, o naciones amenazadas en su espacio vital”.

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