Anthony Macedo (chef del local) y Hajime Kasuga, embajador de buena voluntad de la cocina japonesa, se lucieron por todo lo alto.
Anthony Macedo (chef del local) y Hajime Kasuga, embajador de buena voluntad de la cocina japonesa, se lucieron por todo lo alto.

El chef Anthony Macedo se encuentra hace ya un tiempo a cargo de la cocina del prestigioso restaurante Maras, del hotel Westin, ubicado en pleno corazón de San Isidro. Estudió en la Universidad San Ignacio de Loyola y luego trabajó varios años en la cadena hotelera hasta encargarse desde hace un tiempo de su restaurante principal. En esta oportunidad, invitó al reconocido chef Hajime Kasuga, embajador de buena voluntad de la cocina japonesa y experto en el tema, para una cena maridaje en seis tiempos que se realizó la semana pasada y encantó a los comensales que asistieron al evento. El maridaje estuvo a cargo de Kiwine, vinos neozelandeses de alta gama y mucho sabor, logrando así una cena completa. La velada comenzó con un delicioso cóctel presentado por el equipo de El Salar, bar del restaurante. Una bebida elaborada con jerez, vermouth blanco y sal de maras terminada con nitrógeno líquido. Refrescante y deliciosa. En todos los pasos, ambos cocineros presentaron sus versiones de distintos insumos.

El menú. El primer plato fueron unas ostras de buen tamaño, frescas y dulces, una servida con ponzu y aceite de sésamo; la segunda con chalaca y limón. Las acompañó un Sauvignon Blanc Astrolabe Marborough muy bueno. Seguimos con Otoro, una serie de snacks preparados con atún. Un tartar sobre crujiente y huevo crudo, un nigiri clásico y una brocheta, los tres muy bien logrados. Acompañó este paso un Forrest rosé, un vino seco y afrutado. El pato se presentó como gyoza sobre una salsa de ají amarillo jugosa y suave, y en un bao frito con kimchi y kyuri. Un bocado fresco y sabroso. El vino de este paso fue un ligero Pinot Noir que unió los sabores a la perfección. Seguimos con la paleta que se preparó de kion y lichi, refrescante y ligera. Cerramos los platos salados con un plato de asado y cochinillo, el primero con salsa teriyaki, se deshace con el tenedor y los sabores del teriyaki combinan adecuadamente; el segundo preparado de manera tradicional, al punto perfecto y con la piel crocante como debe ser. Este paso lo acompañó un Blank Canvas Gimbett Gravels Sirah diferente y que gustó mucho en mesa. Cerramos el menú con el punto dulce de la noche. Un postre sabroso de té verde y frutas, perfecto para refrescar la noche. Sin duda una noche divertida y llena de sabor que esperamos se repita pronto. Hasta donde sabemos vendrán más cenas a cuatro manos entre el chef Macedo y otros invitados. Los mantendremos informados.