Mujeres y cocina
Mujeres y cocina

Mis primeros recuerdos en la cocina son viendo a mis abuelas cocinar. Mi abuela paterna organizaba grandes almuerzos familiares, con abundante comida, y siempre estaba al mando de la situación.

Acostumbrada a alimentar a más de 30 personas todos los fines de semana, su cocina era su centro de operaciones y desde allí giraba todo. Como buena descendiente de italianos, los grandes platos de pasta nunca faltaban en su casa. Y como había que alimentar a un batallón, y en distintas tandas (grandes y niños), la cocina era un campo de trabajo constante donde mucha gente se movía de un lado a otro para lograr un almuerzo perfecto, siempre bajo las órdenes de mi abuela.

Evolucionar en la mesa

Su amor por la buena mesa la motivó a estudiar cursos de cocina de todo tipo: francesa, peruana, etc. Siempre buscaba hacer mejores guisos para la familia y amigos; siempre buscaba mejorar y no quedarse en las mismas recetas y técnicas de siempre. Mi trabajo como fotógrafa de gastronomía me lleva a estar cerca de los fogones de los restaurantes, viendo siempre de cerca ese caos de las cocinas que tanto las caracteriza y que -debe ser por recuerdos de infancia- cada día me gustan más. Un balet perfecto entre sala y cocina que logra hacer que el comensal viva una experiencia única en el local adonde vaya a comer. Un caos que caseramente, y hace años, manejaban las abuelas en las casas y que hoy enfrentan cocineros igual de firmes y con órdenes a todo pulmón.

Presencia firme

Cuando recién comencé con este trabajo, la mayoría de cocinas estaban llenas de hombres, situación peculiar siendo este un lugar siempre de mujeres. En los restaurantes, ver mujeres en las cocinas era algo extraño o solo ocurría cuando se trataba de chefs pasteleras, quienes se encargaban de los dulces y punto. Hoy en día, me da mucha alegría decir que cada vez veo aparecer más mujeres en las cocinas locales. Fuertes, firmes y muy decididas a lograr lo que cualquier chef hombre ha obtenido en la vida. Se ven mujeres talentosas no solo dentro de la cocina, sino también en toda la dinámica de un restaurante: sala, sommeliers, coctelería, etc. Sin embargo, a veces pareciera que la gente no se entera de eso. Lo vemos quienes tenemos acceso a estos espacios, pero el público en general no se percata y, por tanto, no lo reconoce. Por ello, es necesaria su visibilización. Aunque en la alta cocina hay pocas chefs -porque se requieren innumerables sacrificios-, están. Y aún más en la comida del día a día. Concentrar el tema gastronómico alrededor de la figura masculina no permite igualdad de oportunidades, esas a las que hoy en día todos tenemos derecho.

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