Mis primeros recuerdos en la cocina son viendo a mis abuelas cocinar. Mi abuela paterna organizaba grandes almuerzos familiares, con abundante comida, y siempre estaba al mando de la situación.
Acostumbrada a alimentar a más de 30 personas todos los fines de semana, su cocina era su centro de operaciones y desde allí giraba todo. Como buena descendiente de italianos, los grandes platos de pasta nunca faltaban en su casa. Y como había que alimentar a un batallón, y en distintas tandas (grandes y niños), la cocina era un campo de trabajo constante donde mucha gente se movía de un lado a otro para lograr un almuerzo perfecto, siempre bajo las órdenes de mi abuela.