Los precios del cacao se mantienen arriba, bien arriba y nada indica que bajen hasta nuevo aviso. El clima no mejora ni se estabiliza; las condiciones que han llevado a esta situación no dan señales de finalizar.
Personalmente, tengo la impresión que estamos esperando un milagro, y tal vez por eso seguimos adheridos a una visión sobre la chocolatería que se estancó en un punto donde solo se ven con buenos ojos, productos con altos porcentajes de cacao, que gran parte de las veces no es sinónimo de trazabilidad y qué peor aún, limitan otros caminos.
Urge considerar otras alternativas, donde el cacao de buena calidad se luzca, sin comprometer su trazabilidad, pero que no exija su participación en la receta solo en el rol protagónico. Ahora le toca jugar en equipo. En un país como Perú, el gusto por los postres tiene un lugar importante en los hábitos y en la mesa, y ahí el chocolate tiene un terreno donde crecer y desarrollarse.
Desde hace años se intenta subir el consumo per cápita de chocolate en Perú, que ha estado prácticamente estancado en 500 gramos, con la aspiración de llevarlo a kilogramo y medio, pero desde hace un par de años, se ajustó la expectativa a un kilogramo. Pero la subida de los precios atenta contra las aspiraciones del consumo, a lo que se suma un clima económico difícil (aunque las cifras macroeconómicas lo contradigan), pero el bolsillo no está en su mejor momento, y entonces, cuesta que paguen 18 a 20 Soles o más por una tableta de 45, 50 o 70 gramos.
Tengo contacto con gran cantidad de productores de chocolate locales, y ninguno vive exclusivamente de hacer tabletas. Elaboran galletas, barras energéticas, helados, bebidas, bombones, trufas, kekes, que tienen que vender casi al mismo costo de quien produce lo mismo pero con productos masivos que tiene un valor (en todo sentido) mucho menor. Sí, hago un alto aquí y presento mis respetos a los chocolateros artesanales, porque demuestran un gran compromiso.
Las barras de alto porcentaje de cacao tiene su espacio que se ha ganado con mucho esfuerzo, pero también tienen valor otros productos que están en varias categorías de precios. Basta de arrugar la cara y aceptar que ha llegado el momento de pensar que masivo y calidad no son conceptos excluyentes, con sus claras excepciones. Esta crisis muestra una gran oportunidad de crecimiento de un sector que tiene mucho que ofrecer con un súper alimento que no solo nutre, sino que es fuente de placer, un concepto que hemos olvidado está directamente vinculado al chocolate.
A mi manera de ver, el mayor reto, más que económico, está en cómo incorporamos el chocolate en nuestro día a día. Sueño que integre el carrito de compras del mes, que su presencia en la mesa y en la vida se vuelva indispensable, pero para eso es necesario no encasillarlo.