Ya hemos hablado en este espacio sobre el boom de restaurantes italianos que se han inaugurado en los últimos tiempos en Lima. La pasta y la pizza son platillos que sin duda alguna el comensal peruano disfruta en todas sus presentaciones. Troppo abrió sus puertas en el 2019, en uno de los rincones emblemáticos de San Isidro y rindiendo culto a una cocina italiana artesanal, sabrosa y muy bien ejecutada.

No ha sido fácil, el público local es conservador, y afrontar una pandemia al poco tiempo de abrir no fue sencillo. Pero hoy es un local sólido que ha sabido consolidarse como uno de los restaurantes clásicos italianos de Lima, una referencia ineludible para la ciudad, y se aplaude que siga manteniendo un nivel excelente desde su apertura.

Ganador, una vez más, del premio al Mejor Restaurante de Cocina Italiana en los premios Summum 2024, debe ser uno de los espacios más bonitos y elegantes que hay en la ciudad: un largo salón decorado en madera y tonos claros, una barra completa donde disfrutar de una novedosa y confortable coctelería y una amplia terraza protegida por una extensa vegetación. Un lugar que nunca falla si buscas celebrar una ocasión especial, estar bien atendido y disfrutar de principio a fin.

Volvimos hace unos días y nos dejamos llevar. Comenzamos por supuesto por el pan de la casa, hecho de masa madre lo acompañan aceite de oliva, mantequilla de la casa y otra opción de pistacho. Seguimos con unas generosas conchas a la brasa con prosecco y vinagre balsámico. Textura delicada y deliciosa. Guarden un poco de pan para remojar en la salsa, me lo van a agradecer. Las gambas al peperoncino llegan enteras, de gran tamaño y mucho sabor. Una vez más el producto se convierte en estrella, y nosotros continuamos disfrutando del suculento banquete.

Llegan las pastas

Difícil poner peros a los platos. Primero el raviolon nino bergese con tartufo nero, relleno de yema de corral y ricotta, elegante y delicado. Luego, el tortellini in brodo, uno de mis platos favoritos de la cocina italiana. Una preparación sencilla y humilde que se eleva a lo más alto, despertando recuerdos y muchas emociones. Pasta hecha desde cero en casa, rellena de prosciutto, asado de tira y bondiola de cerdo, caldo, gotas de aceite de oliva extra y queso parmesano. El menú continúa con unos Agnolotti del plin al burro e salvia, rellenos también de ternera, asado de tira y bondiola de cerdo. Un risotto al taleggio y trufa negra, cremoso y muy bien ejecutado. Y cerramos los platos salados con un spaghetti allo scoglio, con langostinos, navajas, vongole, tomates cherry y alcaparras. Carácter, soltura y mucho balance.

El vino elegido por Anthony Quispe, ganador al Mejor Sommelier en los últimos premios Summum fue un Amalia, Cascina in Langa, donde las uvas Nebbiolo alcanzan su máxima expresión en Barolo, un vino tradicional que ofrece la mejor representación del patrimonio enológico de Italia, perfecto para acompañar esta experiencia. Todo vino debería contar una historia, un lugar, un encuentro, un estado de ánimo; y Quispe lo logra con esta elección a la perfección.

Pasamos al dulce

Troppo es famoso por su helado de pistacho que tiene admiradores incondicionales. Sin duda muy bueno. Yo prefiero el de Amarena, elaborado como en Italia, y que sólo encuentro en su local. El maridaje perfecto lo logra Quispe con un Mancino Vermouth. Sigue el budino, un suave y delicado flan a la vaina de vainilla y amaretto, lo acompaña un Viteadovest N 73. Para cerrar el tiramisú de la casa, notable.

Troppo sigue solvente, cuidadoso, sabroso y balanceado, atributos todos característicos de la mejor tradición italiana que Andrés Morón, a cargo de los fogones, y su equipo, ponen en práctica y lo salpican de sensibilidad e imaginación. Platos elegantes, con pocos elementos, en los que el producto principal está en el lugar en el que debe estar.

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