El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) instaló ayer un Tribunal de Honor, cuya principal función es supervisar que los candidatos a la presidencia de la República y al Congreso cumplan con el Pacto Ético Electoral, que firmarán mañana los postulantes al máximo cargo de la Nación y sus agrupaciones políticas.

Entre las novedades se destaca que los candidatos se comprometerán a cumplir los protocolos sanitarios y a mostrar responsabilidad en las redes sociales, como no publicar noticias falsas contra sus rivales en la contienda electoral.

Que los líderes políticos firmen un documento en el que reconozcan “un marco ético elemental para el desarrollo de la campaña” es un acto muy arraigado en las elecciones de este siglo. Sin embargo, las buenas intenciones plasmadas en un papel pocas veces se transforman en algo concreto. El individualismo, los impulsos, la agresividad, la vehemencia y la irracionalidad de algunos candidatos tienen una gran capacidad de destruir ese potencial del Pacto Ético para adecentar la política.

En el objetivo que la campaña electoral signifique el despliegue de lo mejor de cada candidato para que la gente tome una buena decisión, los políticos tienen un rol protagónico. Ellos son los principales responsables de que todo lo que firmaron se cumpla estrictamente.