César Acuña Peralta quiso comprar la Presidencia del Perú, pero su camino electoral demuestra que no todo está en venta. Sabemos que quienes tienen dinero compran tesis para sustentar grados. Puede haber sido el caso. Pero al parecer el contratado habría sido deshonesto con el encargo y le fabricó una tesis “académica” plagiada. El “exitoso” candidato puede ser una víctima del engaño de quien hizo la tesis y se la hizo mal, por el plagio demostrado de gran parte de las casi 400 páginas que contiene. El dinero por el trabajito no alcanzó para que el factótum lo hiciera con la integridad de un doctorando formado con la excelencia de una universidad como la Complutense de Madrid, que, para vergüenza de los peruanos, se ve involucrada en una estafa electoral nacional que pasa a ser académica e internacional.

Una estafa intelectual que de seguro Acuña no presintió, pues de saberlo no la hubiera publicado con bombos y platillos. Ha cavado su tumba en los mismos predios universitarios que usa de bandera electoral. A la vista de todos, ha forjado antivalores de superchería, engaño e impostura. Si como estudiante no respetó el prestigio y la formación de la Universidad que generosamente lo albergó y se permitió usar, adulterar, robar y presumir de la propiedad intelectual ajena, no puede ahora jactarse de logros académicos. Se ha convertido en el ejemplo de lo que no debe hacerse en ese mundo universitario que pretendía representar. No es necesario esperar que la Complutense formalice una investigación que no será rápida, lo visto es suficiente. Más allá del segundo o tercer lugar de Acuña en las encuestas, el JNE debe separar a un candidato que ha hecho bandera de la simulación y la adulteración. Con César Acuña en la carrera electoral perdemos todos, es un personaje de burla colectiva, un representante fáctico de antivalores ante los cuales la sociedad no puede ser permisiva ni complaciente. Qué vergüenza y qué pena. 

TAGS RELACIONADOS