Al momento de escribir esta columna, el presidente de la República todavía no recompone el gabinete tal como anunció durante su último mensaje. Sabemos que el premier ha presentado su renuncia al cargo, pero, en medio de la crisis política, no son pocos los que han propuesto modos para resolverla: la renuncia aceptada por el Congreso, como la más espontánea, y su destitución o vacancia presidencial como las más terminales.

Al parecer, si no hay sorpresas, el presidente propondrá un nuevo primer ministro, pero su talante democrático, signo político y habilidades para producir gobernabilidad, serán las variables que compensen las reconocidas deficiencias presidenciales y que promuevan un nuevo reinicio o un “más de lo mismo”. Si es lo primero, el presidente de la República se estaría alejando de los aliados presentes en sus tres gabinetes; en consecuencia, debería probar con una fórmula de centro.

Si el presidente de la República insiste en las fórmulas anteriores, manteniéndose cerca de quiénes ahora piden su destitución o vacancia, y ceder su lugar a la vicepresidencia, el ambiente político de mutua traición continuará inexorablemente. Tras la última marcha convocada y el pronunciamiento de quienes fueran cercanos y asiduos “consejeros de Palacio”, la alianza parece que llegó a su fin. En conclusión, si la renuncia o vacancia presidencial no se produce, sólo nos queda esperar un jefe de Estado “protocolar” pero sumado a un premier con experiencia, gestor y articulador.

Los ministerios de la producción en aquéllos que saben captar capitales y administrarlos, las carteras de gestión de servicios públicos en los que sepan implementar políticas públicas inclusivas; finalmente, defensa, seguridad ciudadana y la Cancillería confiadas a los especialistas de carrera. El centro no es la equidistancia entre derecha e izquierda sino más bien la objetividad (realpolitik).