El gran error de Nadine
El gran error de Nadine

Con la aparatosa salida de César Villanueva de la Presidencia del Consejo de Ministros y el papel decorativo que le tocó jugar al presidente en este entuerto, Nadine Heredia se ha ubicado en el centro del disparador político: en adelante, cualquier nueva crisis que se desate en el Ejecutivo será achacada a ella como principal protagonista. Hoy parte del país asume que Nadine 'gobierna' y que es la voz tronante en Palacio de Gobierno. Un 'reconocimiento' que acaricia su vanidad, pero que también será su perdición: la primera dama, a ojos de la opinión pública, será LA responsable y no habrá quién pueda ayudarla a salir de esta posición.

En política la discreción siempre paga. Sobretodo si se tiene por misión acompañar y aconsejar a quien sí resultó electo. Sin embargo, pudo más su deseo de marcar un territorio propio y ahora las sospechas de una Nadine que decide incluso sobre las ideas de Ollanta Humala y sin ningún soporte institucional -es decir, ¡al margen de la legalidad!- parecen plenamente confirmadas. Poco importó que casi desde el inicio de su mandato la imagen del jefe del Estado se viera mellada debido a la sobreexposición de su compañera. Incluso hasta pareciera la ejecución de un libreto si se suma su reciente designación como presidenta del Partido Nacionalista. El mandatario evidencia así cuánto desdeña la institucionalidad al permitir este juego de roles, creyendo ambos que desarrollan una espléndida presidencia y que el pueblo no censura estos temas. Craso error.

El presidente tuvo la sagacidad de abandonar los postulados retrógrados de 'La Gran Transformación', pero está muy lejos de liderar un Gobierno solvente a ojos de una opinión pública que, mes a mes, le baja la nota de su aprobación. Sin voceros ni operadores solventes -y el 'gabinete Cornejo' es más de lo visto-, la impaciencia seguirá en aumento y a la caza de un responsable.

La primera dama ha sobreestimado sus habilidades, su simpatía y su peso político. No habría ningún problema con ello sino fuera porque lo más probable es que el país no gane absolutamente nada -y quizás sí pierda mucho- con esta aventura. Después es todo, Nadine tiene 37 años. La última vez que el Perú estuvo librado a la vanidad y caprichos es alguien así ya sabemos cómo terminaron las cosas.