Algo mucho peor que el atentado perpetrado en contra de la imagen del país con la paralización en Cusco es el que venía ocurriendo en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez.

Si las mafias del boletaje tienen secuestrado a Machu Picchu, por más que el gobierno lo niegue, ¿qué podemos decir de la actitud de controladores aéreos del principal terminal aéreo del país?

No hablamos solo de las demoras en la frecuencia despegues y aterrizajes sino también de lo denunciado por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), a través de su directora regional de Operaciones y Seguridad, quien emplazó al presidente de Corpac porque los controladores también demoraban el pase por espacio aéreo peruano “de forma arbitraria, repentina y sin sustento compartido” a vuelos que no tenían a Lima como destino.

Miles de pasajeros perdieron sus viajes, miles de turistas siguen llevándose una pésima imagen del país, millones de soles se han perdido y ¿qué tenemos como respuesta?

Pues que Corpac y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones han cedido ante los controladores.

Otra vez, en menos de una semana, un pequeño grupo logra poner en jaque a todo el gobierno, al tiempo que daña al país, y a nadie parece importarle.