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Felicitaciones a PPK, aunque por mínima diferencia que hay que reconocer para analizar lo que viene. Los presagios son negros sobre la división y los agravios que podrían permanecer e impedir al flamante gobierno la estabilidad de una gestión positiva. Pero los intereses del Perú unen, impulsan a arreglos prácticos más que ideológicos porque están en juego prestigios y posteriores rendimientos de cuentas. Puede haber polarización, manifestada en los votos, pero no una división insuperable cuando la solución de tantos problemas exige y determinará confluencias para luchar contra la pobreza y la exclusión, la reactivación de la economía, la persecución y eliminación del delito.

PPK ha ganado con limitaciones, no tiene un apoyo cohesionado salvo por el antifujimorismo que le dio la victoria. El y sus operadores deberán hacer política, tender puentes sin ceder en los principios éticos a los que se debe, buscar el interés común y persuadir. El fujimorismo no es cualquier perdedor, es un ganador con mayoría en el Congreso y caudal electoral muy importante. Fujimori no tiene el Ejecutivo, pero sí un gran poder. Una oposición obstruccionista lo dejaría descolocada ante su propio electorado con vistas al 2021. La política tiene sus reglas y la primera es no actuar en contra de los intereses colectivos. Felizmente tenemos el Acuerdo Nacional, un derrotero que ambas facciones deberán reflotar y sostener como el espacio de las políticas de Estado, que sin ser vinculantes, obligan al país y a los políticos.

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