Mientras los congresistas siguen atrapados en sus mezquinos intereses y  propaganda ideológica, el Gobierno da muestras de su nula de capacidad para articular salidas a la crisis en consenso y las protestas y la violencia siguen discutiendo su supremacía en las calles. Como correlato de esta situación, la economía golpea duramente a los peruanos, principalmente en las zonas del país donde hay más convulsión social. La inflación supera los 10 puntos porcentuales en las regiones del sur. Allí donde el precio del gas, combustible y alimentos están por las nubes. De manera que esto es un indicador muy significativo de la destrucción a la que nos conduce la turba y el vandalismo.

La última encuesta de IEP da cuenta que el 58% de mujeres de nuestro país estiman que las protestas afectan mucho la economía de los hogares peruanos, mientras en el sur sube hasta 62%. Esto refleja que la intensidad de la crisis está golpeando fuerte el bolsillo de la gente. Por lo tanto, la  presente coyuntura nos debe llevar a otro nivel de reflexión y alertarnos de un peligroso rumbo que nos puede conducir a la quiebra. En estos momentos, las agresiones, la cháchara y la demagogia más burda de la clase polítca debe quedar de lado. Hay que darle paso al acuerdo y el consenso, fundamentales en una democracia. Para ello, debe haber comprensión antes que enconos. Además hay que actuar sobre la base no de pullazos e insultos sino de un conjunto de medidas que sirvan para construir una agenda que apunte a un gran encuentro nacional.

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