“Estamos en un momento donde la prioridad tiene que ser la salud”, es una frase que destacan los representantes del Gobierno luego de anunciarse las medidas restrictivas para contener la segunda ola del coronavirus.

Es evidente que las medidas tendrán un impacto económico, tal como lo sostuvo Waldo Mendoza, ministro de Economía y Finanzas, recalcando que en estas circunstancias solo queda hacer un sacrificio, algo que no goza de consenso.

Por supuesto, no todos están de acuerdo con el confinamiento en Lima y nueve regiones del país. Eso es normal y comprensible. El peligro es que, a puertas de las elecciones presidenciales y congresales, algunos alienten la polarización social para ganar réditos políticos.

Hoy por hoy el país necesita unidad, entendiendo que de lo contrario la crisis se agravará y generará consecuencias insospechadas. En tanto, los políticos deben sacar las palabras “unidos todo lo podemos” de sus labios y ponerlas en sus actos.

Con la segunda ola de COVID-19 el incremento de la cifra de contagios es más rápido, por lo tanto se necesita un mayor esfuerzo del Gobierno y de los ciudadanos para contrarrestar su avance. Discursos inflamados no le darán la razón a nadie. Solo generarán mayor incertidumbre.

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