¡Tome nota, secretario...!
¡Tome nota, secretario...!

Más allá del maltrato, jalada de alfombra o como quiera llamarse al visible desaire que el Presidente de la República les endilgó al Primer Ministro y a su Canciller ante el anuncio de la probable compra de un nuevo avión presidencial, lo que ha quedado en evidencia es el total desprecio del Mandatario por el significado que la Presidencia del Consejo de Ministros entraña.

Porque ese rol de principal vocero del Ejecutivo que le es consustancial, luego de este torpe affaire se ha visto seriamente devaluado. De ahora en adelante, el país mirará hacia Ollanta Humala y Nadine Heredia cada vez que Juan Jiménez haga un anuncio que él y sus colaboradores juzguen relevante, por la sencilla razón de que el Mandatario y su principal consejera podrían pensar distinto y dejarlo sin piso sin que este ni siquiera se entere. Lo más grave aquí es que el jefe del Estado pudo evitar esta circunstancia y pedirle al propio Jiménez que deshiciera el entuerto generado por sus declaraciones poco felices, respecto a que oficiaría a ProInversión para que estudiara la factibilidad de adquirir una nueva aeronave - ¡como si no hubiera temas más relevantes a ojos de la ciudadanía! Es decir, pudo dejar que el propio Jiménez, digo, aclarara el punto. Pero no lo hizo así y prefirió quedar en la foto como el último reducto de sensatez de su Gobierno. Con ello dilapidó el escaso poder que le quedaba a quien, se supone, lidera su equipo ministerial.

A diferencia de otros opinantes, no veo en este hecho una causal para que Juan Jiménez salga del gabinete. Diría que hay otras consideraciones que hace rato lo ameritaban, pero esta perla dista de ser la gota que rebalsa el vaso. Al contrario, me lleva a pensar que en él Ollanta y compañía -es decir, Nadine- han encontrado ese Primer Ministro a su medida que no hallaron en Salomón Lerner Ghitis y mucho menos en Óscar Valdés. "¡Mejor, ni mandado a hacer!", dirían mis tías.

De similar talante es la estampa que nos acaba de regalar la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, la guapachosa Mónica Rubio, a quien en reciente aparición televisiva se ve pidiendo la venia de la Primera Dama para proceder a declarar sobre asuntos vinculados a su sector. ¡Quién lo diría!, tantas declaraciones del presidente Humala tratando de distanciarse de los "políticos tradicionales" para terminar pareciéndose a ese Alan García de los 80, el mismo que lanzara a la palestra la figura de los ministros-secretarios. Al final, perdemos los contribuyentes, que podríamos beneficiarnos de un manejo óptimo del poder sobre la base de colaboradores solventes y de primera línea -gente que no va a tolerar maltratos ni desaires-, pero tenemos que conformarnos con funcionarios que llegan al cargo para aprender, demoran más de la cuenta en tomar decisiones y se mantienen en el puesto aún a costa de las rudezas que les endilga alegremente la pareja presidencial.

¿Cambiará en algún momento esta concepción vanidosa del poder? A casi la mitad de su periodo, veo muy difícil que Ollanta y Nadine enmienden el rumbo.