Keiko Fujimori lidera cómodamente el ranking con un tercio duro que no ha crecido y parece estancado. ¿Llegó al máximo de la influencia positiva de su apellido y también del rechazo que este le depara? Un tercio a favor y dos en contra es el aporte del patriarca nisei y por más gestos, renuncias, circunloquios y disfuerzos que ella haga, nada le sirve para crecer y ganar en primera vuelta. Sabe que una segunda le será adversa, por el fuerte voto antifujimorista, y aunque ha intentado de todo para proyectarse al 50%, deberá lidiar en ballotage con el segundo en liza. Si es que lo tenemos, pues desde que se inició la campaña varios han ocupado el lugar del challenger, del desafiante al líder. Por ese lugar han pasado candidatos como PPK, César Acuña y Julio Guzmán y -eliminados estos dos- podrían llegar Barnechea, Verónika Mendoza y por supuesto el mismo Alan García.

El deseado segundo puesto podría convertir a su ocupante en presidente, pero deteriorado, dado el riesgo que lo acompaña, pues el que llega, resbala, no se mantiene, se expone a ser víctima de los improperios y agravios personales. Hasta el JNE y su subalterno el JEE parecen jugar a desestabilizar y desgastar el segundo lugar. La antropofagia política en pleno, el canibalismo en su esplendor, trabajando para Keiko, la candidata que está arriba pero no crece.

Quien dentro de un mes ocupe el segundo puesto lo hará fuertemente golpeado, vilipendiado, saboteado, insultado, difamado y crucificado. Le tocará recomponerse, si le es posible, para la segunda vuelta, pero ¿cuántos de los electores conscientes votaremos por ese maltratado candidato que llegó con sufrimiento? Una campaña subrepticia parece jugar a favor de Keiko Fujimori, de lo que ella representa y de lo que se oculta tras ella. Eso si logra mantenerse en la contienda, ya que también el antifujimorismo se ha activado y con fuerza.