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Los Fujimori se disputan el poder, el de ahora y el del futuro. Han perdido todo pudor para exhibir esa extraña convicción de que el apellido es el único trampolín que necesitan para dirigir nuestro país. No hacen falta méritos ni virtudes ni capacidades. El apellido manda. Tú Fujimori, yo Fujimori, en el mismo nivel y con el mismo derecho. Tú primero, yo después, hasta que crezcan los hijos de los hijos. La concepción monárquica del derecho divino de los reyes rediviva. El apellido los catapulta por encima de los demás.

Así ha sucedido en Fuerza Popular, cuya construcción democrática muchos elogian como trabajo metódico de varios años, en solitario, permitido por los otros partidos que se proclaman democráticos. Puro clientelismo y agradecimiento perverso a los favores del padre, que se paseó por el país distribuyendo dádivas, aprovechando las miserias de nuestro pueblo. ¿Cuándo fue que ese partido tan democrático eligió a su candidata “natural” por apellidarse Fujimori? Su principal atributo es ser hija de su padre. No es lo que ella ha construido, sino lo que ha heredado, para bien y para mal.

De la etapa del siniestro fujimontesinismo muchos nombres se recuerdan, pero ninguno podría hacer sombra a un Fujimori. Por eso surgen las ambiciones del benjamín de la familia, el que convierte las ternuras de las abuelas que recibieron las prebendas de los noventa en votos de 2016 para Kenji, el más votado, por lo cual podría presidir el Congreso. Pero no lo hará, porque ya está hablado. No por argumentos políticos ni interés nacional, vale la palabra de la primogénita que dice que todo conflicto de ambiciones ha concluido, que han pasado la página.

Pocos lo creen. Si fuera elegida, ¿se reeditaría el conflicto? Una Fujimori reinando en Palacio de Gobierno con el antiguo entorno de su padre, otro Fujimori en el reducto congresal con su gran mayoría “naranja”. De poder a poder, de palacio a palacio, yo Fujimori, tú Fujimori, veremos quién manda, quién no se casa con nadie, quién hace honor y supera al padre preso. O nos ponemos de acuerdo o nada. No es ficción. ¿Alguien habló de interés nacional?

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