Hoy, es el primer día hábil del 2021, el año del bicentenario de nuestra Independencia Nacional, y mientras diversos países desarrollados del planeta, incluidos algunos de la región de América Latina, priorizando sus objetivos, compraron las vacunas y recibieron lotes de ellas en las últimas semanas de 2020 e inmediatamente procedieron a las aplicaciones masivas en sus poblaciones, el Perú no ha conseguido asegurarlas porque sencillamente no hemos firmado contrato con las empresas farmacéuticas que las siguen ofreciendo a los países del globo.

Esta realidad era la que habíamos advertido en esta columna insistentemente desde mediados del año anterior que no debía darse. La pregunta que nos hacemos los más de 32 millones de peruanos, a la luz de las “negociaciones” tantas veces pregonadas por el gobierno del Perú, es si lograrán cerrar el acuerdo desembolsando el dinero esta misma semana, la que viene o a finales de mes, etc. La incertidumbre es tan grande que la gente está prefiriendo desentenderse del tema y rendirse.

La actitud de abandono social está muy mal porque es una de las mayores causas de los rebrotes de la enfermedad pero peor es la completa desidia en las políticas de gestión para neutralizar la pandemia y sus consecuencias. La completa negligencia de nuestras autoridades es una de las causas de que el número de contagiados y de muertos por el Covid-19 continúe y esta penosa realidad deberá promover el espacio para identificar a los responsables, no solo políticos, sino también penales.

Si como en Chile, las vacunaciones hubieran comenzado, entonces tendríamos menos vidas humanas perdidas. La toma de decisiones en un Estado exige de quien la haga, que no le tiemble la mano. Ya no es posible esperar más tiempo sin contrato finiquitado y sin cronograma de vacunaciones.

Aunque dijimos que no era momento para exigir renuncias, lo cierto es que si por unos días más persiste el mismo estado de frustración con relación a las vacunas, las autoridades gubernamentales directamente concernidas con este alto encargo nacional de conseguir las vacunas, deberán renunciar por su completa incapacidad, y operar luego un plan de contingencia pues nadie es imprescindible.