Mientras el entorno familiar de la presidenta Dina Boluarte es investigado por, presuntamente, usar el aparato estatal para apuntalar un partido político y el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, es cuestionado por lo poco que tiene que mostrar en su primer año de gestión, ambos se han unido para anunciar que buscarán que Lima sea sede de los Juegos Panamericanos 2027.

La capital, y el país, tienen problemas más importantes que solucionar que destinar más dinero para organizar unos juegos cuya sede perdió la ciudad colombiana de Barranquilla, precisamente por incumplir con los pagos que exigía la organización que tiene los derechos de los juegos.

Fueron 8 millones de dólares que no pagó Colombia y son los mismos que deberá pagar Perú, además de utilizar dinero no planificado para volver a dejar en estado óptimo, digno de unos Juegos Panamericanos, las sedes que se usaron en la exitosa Lima 2019.

No somos egoístas, claro que sería un éxito para el país volver a organizar un evento de tal magnitud, pero en otras circunstancias, no como un burdo intento de distraer a la opinión pública de una serie de irregularidades, escándalos e, inclusive, la comisión de presuntos delitos.

Lo peor de todo es que usarán millones de presupuesto público para darnos su versión actual de pan y circo, que sería “circo…, pero sin pan”.