Anticuchos Bran, el anticucho racional
Anticuchos Bran, el anticucho racional

Por Javier Masías @omnivorusq

“Hay que escuchar a la cabeza pero dejar hablar al corazón”, dice a los comensales una de las tantas frases en tipografía de combi que decoran la única sala de Anticuchos Bran. Me parece que por “hablar” se refiere al chisporroteo de la parrilla que, en esta cocina expuesta, tuesta no solo corazón de res sino pechuga de pollo y bondiola de cerdo. Tres carnes diferentes atravesadas por palitos y trabajadas con idéntico aderezo. Todas jugosas y correctas a pesar de que resultaría muy fácil pasarse de punto con un local que revienta de gente y una parrilla repleta.

Hace mucho que no como anticuchos tan ricos. Lo habitual es que estén resecos, más si son de pollo. En el caso de los de corazón de res, me gustan más crudos, pero estos salieron bastante bien. Es seguro que no le ganan a los de Panchita, pero cuestan mucho menos. En cambio, superan con facilidad a los de Pardos Chicken, Don Belisario, Gloton’s, La panca y hasta a la legendaria Grimanesa. No sé si la razón es que emplean ingredientes superiores -lo dudo-, pero llegan mejor a la mesa: el comino no se dispara en ninguna parte, el glutamato es invisible y la nota de vinagre tan característica y cara a esta preparación, deja que se exponga el sabor de la carne en lugar de nublarlo. Un beneficio adicional: a menos que uno pida solo de chancho, la digestión es más ligera que en cualquiera de sus competidores. Se trata de una anticucho “bien pensado”.

La maravilla se completa cuando uno se fija cuánto ha pagado. Los tres tipos de anticucho pueden pedirse separados (S/15 por dos palitos con papa suficiente para completar una ración) o juntas (S/21 por tres, uno de cada tipo). Por dos soles más, una porción de papa extra. Por S/3.5, choclo.

Hay cosas que mejorar en este simpático restaurante de barrio, que apunta a convertirse en una referencia más allá de sus inmediaciones. Lo primero es la velocidad del servicio que por un lado demora mucho en limpiar las mesas y, por el otro, tarda en abastecerlas de comida. La espera no es excesiva porque la parrilla es de tamaño suficiente para atender las tres mesas del salón -dos como barra, contra las paredes; una tercera, comunitaria, al centro-, pero muchos pedidos para llevar se trabajan en el mismo espacio limitado, retrasando un poco el despacho. La demora no es significativa -es lo habitual en cualquier restaurante exitoso de este tipo-, pero es suficiente para poner algunas caras largas entre los comensales. Lo segundo es la oferta de bebidas, que no debería ser demasiado sofisticada nunca, pero tampoco debería restringirse a gaseosas y agua embotellada solamente.

Como fuera, Anticuchos Bran logra ponerle color a un barrio que pronto debería inflar el pecho por tenerlo en sus confines. Por ahora para repleto debido al éxito que obtuvo luego de ganar un sintonizado reality show nacional, pero es seguro que pronto el motivo serán las decenas de reincidentes que vendrán de todas partes a probar su buena mano. Vaya antes de que explote.

Anticuchos Bran

Jr. San Pedro 308, Surquillo (el cartelito dice Jr. Vizcardo y Guzmán). De lunes a domingo de 6 p.m. a 11 p.m.