Lamentablemente, Nicaragua se ha convertido en un remedo de país por exclusiva responsabilidad del dictador comunista Daniel Ortega, quien se ha adueñado del país de la mano de su familia, ha metido presos a los opositores, ha perseguido periodistas independientes, ha dado una pateadura a la legalidad desde que tomó el poder en 2007 y ha acabado con la separación de poderes junto con su esposa, que es nada menos que su vicepresidenta.

En el continente mucho suenan las dictaduras de Cuba y Venezuela, pero lo que vive Nicaragua es una pesadilla. El último delirio del tirano centroamericano es modificar la Constitución para que su esposa, la inclasificable Rosario Murillo, ya no solo sea la vicepresidenta –algo de por sí surrealista en cualquier país civilizado–, sino que se convierta en “copresidenta” a fin de que la pareja, y no solo el dictador, esté facultada a hacer lo que le dé la gana.

Este tipo de mamarrachos y aberraciones dignas de Macondo, solo son posibles cuando hay gobiernos dictatoriales amparados en constituciones hechas a su medida, que permiten a sus cabecillas convertir a sus países en sus chacras y no irse jamás al amparo de continuas reelecciones. Acá en el Perú tenemos a la congresista Margot Palacios, de Perú Libre, como una admiradora de Ortega y su régimen que es una vergüenza para el continente.

Hace un año, cuando el dictador nicaragüense inicio su quinto mandato en medio de la repulsa mundial y graves acusaciones de violaciones a los derechos humanos, la congresista Palacios estuvo allí para abrazar y tomarse fotos con este impresentable que metió presos a casi todos los opositores. “Complacida por los grandes cambios emprendidos por el gobierno revolucionario de este país”, puso en su Twitter esta fiel seguidora de Vladimir Cerrón.

Irónico que la legisladora Palacios, que hace poco fue a Europa a denunciar el “genocidio y dictadura” del gobierno de Dina Boluarte, sea una de las más fervientes admiradoras de un tirano que se ha convertido en un apestado del mundo. Pero claro, como Ortega es comunista, no hay problema, todo le está permitido, incluso adueñarse de un país, poner como “copresidenta” a su esposa y meter en la cárcel a quien quiera. Muy coherente, ¿verdad?

Suenan las dictaduras de Cuba y Venezuela, pero lo que vive Nicaragua es una pesadilla




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