Hace poco el diario The New York Times publicó un reportaje sobre presentadores de noticias ficticios. “Los dos conductores, supuestamente presentadores de un medio de noticias llamado Wolf News, no son personas de verdad. Son avatares generados por computadora y creados por programas de inteligencia artificial (IA)”, dice la nota. Sin embargo, esa no era lo único artificial, también era lo que comunicaban. El uso de esta tecnología de video llamada deepfake también servía para distorsionar la realidad, como parte de campañas de desinformación alineadas a intereses de personas, empresas y hasta países. Parece que para muchos, la gran batalla ahora se centra en la producción de mentiras para hacerle daño al rival.

Para que distorsionen la verdad y lancen frases fuera de la realidad aquí tenemos a los congresistas. Si no piensan mucho y el discurso de ideas, de otros tiempos, lo han reemplazado por el discurso de consignas y de mentiras, ¿los podemos reemplazar por avatares? Por supuesto que se gastaría menos y tendríamos los mismos resultados, pero es imposible relevarlos. No se quieren ir, pese a que la gran mayoría pide el cierre del Congreso. Echan mano de una artillería verbal para hacernos creer que son muy responsables, tienen amor a la patria y que sus desempeños no son tan malos como se dice. Reducen sus acciones a defender sus intereses y se ubican bastante lejos de las demandas urgentes de los peruanos.

Si es esencial en democracia que “entre los gobernantes y ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes”, es momento que los congresistas estén a la altura de ese sistema que dicen defender y representar.


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