Cada vez que el recluso Alejandro Toledo nos venga a decir que se ha entregado a las autoridades peruanas y que nunca huyó del país, debemos recordar que a todos los ciudadanos de este país nos ha costado al menos dos millones de soles lograr su extradición debido a todas las argucias legales que interpuso para no ser traído a responder por los casos de corrupción que se le imputan.

Sentar a Toledo delante de fiscales y jueces peruanos no ha sido fácil. Recordemos que salió del país en enero de 2017 cuando aún no tenía orden de captura y que luego el exmandatario pagó varios millones de dólares en todos estos años, entre fianzas y abogados, a fin de impedir lo que finalmente sucedió el domingo último, en que lo vimos descender esposado de un avión procedente de Estados Unidos.

Para contrarrestar todo esto, el Estado peruano ha tenido que desembolsar dos millones de soles de nosotros los ciudadanos, así que no venga Toledo a dárseles del gran colaborador de la justicia, cuando en verdad ha sido un sujeto dedicado a bloquear todos los esfuerzos por investigarlo por el gravísimo caso de corrupción que afronta luego que Odebrecht admitiera que le pagó una descomunal coima de 30 millones dólares.

Las mentiras de Toledo deben ser tomadas en cuenta por fiscales y jueces. El daño que ha hecho este sujeto al Perú es muy grande no solo por sus actos de corrupción, sino por todo lo que implica su caso en cuanto a imagen del país y gastos para traerlo de vuelta.


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