Reformulamos el título de una de las viñetas más queridas de nuestro caricaturista Alfredo Marcos para resumir el marasmo en el que nos mantienen sumidos el Congreso y el Poder Ejecutivo. El primero alarga la crisis gracias a la incapacidad de ponerse de acuerdo de sus integrantes, a quienes poco les importa el daño que causan al país si eso les permite guardar el poco poder que ya no tienen, sino que detentan.

Mientras que el segundo se aferra a la inacción del primero para asegurar, como dijo ayer la presidenta Dina Boluarte en una conferencia de prensa, que “seguirá gobernando hasta que el Congreso programe el adelanto de elecciones”.

Uno le da aire a otro y en el medio ahogan a la ciudadanía que está cansada de las tomas de carreteras, del uso excesivo de las fuerzas del orden, y de los enfrentamientos entre peruanos y peruanas.

La dicotomía de Lima versus regiones no es nueva, pero fue agudizada por el nefasto gobierno de Castillo en los mal llamados “consejos de ministros descentralizados” y ahora estamos viendo los resultados de ello.

El país requiere un paso adelante, un acto de desprendimiento que, lamentablemente, parece que el Parlamento no está dispuesto a dar y el panorama se ve cada vez más desalentador para todos.

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