El Perú está nuevamente de luto por el vil y cobarde asesinato de siete policías por parte de narcoterroristas que emboscaron a los agentes en Natividad, distrito de Pichari, provincia de La Convención, en Cusco, donde el tráfico de drogas se mantiene muy activo en sociedad con el grupo criminal llamado Militarizado Partido Comunista del Perú.

Desde Correo expresamos nuestro pesar y solidaridad con las familias de los agentes caídos, así como con el oficial herido en esta acción criminal que no hace más que recordarnos a los peruanos que aún existe parte de nuestro territorio donde grupos criminales se desplazan impunemente bajo la careta de “revolucionarios”, cuando en realidad son viles traficantes de droga.

La eliminación de estos residuos terroristas convertidos en narcotraficantes o en sicarios de otras bandas dedicadas al mismo negocio ilícito, es una tarea pendiente del Estado peruano. Se han dado pasos importantes, pero falta el golpe final que es acabar con el sanguinario cabecilla Víctor Quispe Palomino (a) “José” y el entorno que aún lo rodea.

El Perú afronta una severa crisis política, pero ante el narcoterrorismo que sigue enlutando hogares, no se puede bajar la guardia bajo ninguna circunstancia. Esta lucha debe ser afrontada por el Estado esté quien esté en Palacio de Gobierno. No puede haber descanso hasta eliminar a estos asesinos.


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