La presidenta Dina Boluarte inició una ronda de diálogo con los líderes de los partidos políticos de nuestro país, consciente que el gobernar con poco apoyo plantea debilidades estructurales en su gestión. Necesita pactar para encontrar el rumbo y así recomponer el tejido social y restablecer la confianza del ciudadano en el Gobierno.

Esta iniciativa está plagada de buenas intenciones, hace falta que tenga también capacidad de ejecución de las ideas y planes que en las reuniones se acuerden. La mandataria no puede evadirse de las demandas de la mayoría de peruanos ni emitir señales que lleven a la confusión. Se necesita definiciones y claridad en las rondas de diálogo, por ejemplo en el tema del adelanto de elecciones.

Mientras tanto, Dina Boluarte debe darle el respaldo a las Fuerzas Armadas y la PNP para velar por el orden interno del Perú. Ni mano blanda ni mano dura, mano justa. Los peruanos no tolerarán a una presidenta insegura y vacilante que se caracterice por su falta de energía para tomar decisiones ante la violencia. Hace poco en Puno, el jefe de la Tercera División del Ejército, Jhonny León Rabanal, dijo que “no vamos a permitir que nos toquen un soldado o un policía porque actuaremos respetando y cumpliendo los protocolos establecidos por la ley, siendo enérgicos con los violentistas y radicales”. 

Queda claro que para la estabilidad que el país necesita, tienen un rol protagónico las fuerzas del orden. Hay que apoyarlas. Debe quedar claro Los enemigos son los vándalos y extremistas, y no los militares o policías.




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