MARTÍN VIZCARRA. Ya hizo un mea culpa público por los errores cometidos en el manejo de la pandemia, los cuales, entre otras consecuencias fatales, nos han llevado a liderar -como escribe la BBC News Mundo- “una de las clasificaciones tal vez más penosas: Perú tiene la mayor tasa de mortalidad por Covid-19 entre los 20 países más afectados por el virus”. La otra cara de la moneda refrenda a diario que la población está sumida en lo que José Ingenieros llama “La política de las piaras”, en la que la mediocridad y la falta de valores son desencadenantes para ser ese “borrego del rebaño social”. Una arista importante del perfil del mandatario es su estoicismo para seguir en la súplica de que la gente se lave las manos, use adecuadamente la mascarilla (cubriendo nariz y boca) y respete el distanciamiento social. Además, el hecho de convocar a elecciones generales para el 11 de abril de 2021 ha aplacado los temores de quienes lo pintan como un dictadorcillo. Su gran piedra en el zapato, aparte del SARS-CoV-2, es el Congreso, que ha viralizado su mala onda.

PREMIER MARTOS. Jugó bien su partido por el voto de confianza, ganó por goleada la investidura y se muestra menos visceral que su antecesor, Pedro Cateriano. Y es que, quizá por su formación militar, va al grano, tiene el bull definido y es de oraciones cortas pero contundentes. Un anexo importante en plena crisis sanitaria es su casaca roja y las botas borceguíes. Denotan mayor operatividad que el clásico saco y corbata.

PILAR MAZZETTI. Cuando un futbolista es bueno, los comentaristas suelen decir: “dámelo siempre” o “yo lo quiero en mi equipo”. Algo similar ocurre con la ministra de Salud. Sabe su chamba, con ella empezó el sinceramiento de la cifra de fallecidos y, a pesar de que la enfermedad arrecia, siempre pone el pecho y coronaría su gestión si trae la bendita vacuna.